miércoles, 14 de octubre de 2009

Conciencia de libertad


Viendo un programa de TV3, de la cárcel "Tres Cantons" han mostrado la vida allí de los presos. Uno de ellos, joven y con una condena con cargos derivados por la drogadicción, ha comentado que el simple hecho de poder ver las plantas, era algo impresionante, después de un tiempo de no disfrutar de ese contacto. Con esta vivencia, ha tomado conciencia de la de cosas a las que no les damos importancia cuando las tenemos a disponer. Ahora le parecía algo tan especial, que no dejaba de sorprenderle la sensación: una mezcla entre paz y un acento hacia el efecto de la privación ajena de libertad.
Otro preso, con un puesto ya distinguido en prisión, tenía la libertad del acceso a la nevera, para poder tomarse un yogur cuando le apeteciera. Explicaba la sensación que le daba el tener "ese privilegio": poder tener contacto con una nevera y comer sin ser la ración ni la hora dictadas.
Para otro llegaba ya el final de la condena, por lo que le iban dando días de libertad condicionados a regresar y volver a salir hasta obtener la libertad definitiva. Este expresaba el miedo a salir, a la extraña sensación de mirar hacia lo lejos, el notar como un mareo al no estar acostumbrado a mirar distancias largas en su largo cautiverio.
Si lo pensamos, la mayoría de guerras han tenido, como denominador común la libertad. La raza negra lo ha vivido muy profundamente. (Raíces)
La privación de la libertad, es uno de los castigos más ejercidos, por lo que ya nos lo autoaplicamos muchas veces, nos castigamos.
No nos suena raro el recordar castigos de pequeños hacia nosotros o hacia conocidos como "castigado contra la pared", "vete a tu habitación y recapacita", "como no te has comportado bien, te quedas sin ver la TV, o sin jugar a..." Por lo tanto, no nos ha de parecer ilógico, ante tal aprendizaje ancestral, el que nuestra sociedad practique como "castigo" la privación de libertad.
Ante nuestros propios castigos, los más sutiles pueden ser el no darnos permiso para actuar, para cambiar, para vestirnos de tal o cual forma, para opinar cuando se nos solicita, para probar cosas nuevas...Parece como si no confiáramos en nosotros mismos, en definitiva como si no nos quisiéramos lo suficiente.
La libertad va muy ligada al amor, tanto hacia nosotros como hacia los otros. Si no confiamos, no amamos. Si no permitimos, flaco favor hacemos limitando y limitándonos a nuestra propia experiencia y aprendizaje.
Muchas veces nuestro aprendizaje o experiencia no nos facilitan, sino que nos dan más orientación hacia la duda. Cuando tendríamos que utilizar nuestra experiencia de una forma más abierta hacia tolerar y observar más opciones. Un ejemplo, podría ser la confianza, y la despreocupación habitual ante la conducción de un mayor nuestro (nuestro padre, madre, pariente, taxista, conductor de autocar...). Una vez ya hemos adquirido el aprendizaje para ser nosotros capaces de conducir, nuestra actitud hacia los otros conductores, de repente cambia, ya no tenemos tanta despreocupación, ya vemos un montón de factores "peligrosos". Sin embargo, estas personas ya tenían nuestra confianza, y un poquito, hemos dejado de creer en ellos en este aspecto, pues el conocimiento por nosotros adquirido, nos ha llevado a ampliar nuestra visión en cuanto a peligros, sin ampliarlo a su vez, hacia la confianza en algo superior a la persona que lleva el vehículo,...a eso que llamamos suerte, situaciones especiales. Como quiera que lo llamemos, si alejamos los "marrones mentales" y no los atraemos, el viaje será mucho más placentero e incluso podremos reaccionar en colaborar ante cualquier momento inesperado. Verlo como que nuestra presencia ha sido de ayuda, y no desde la desconfianza o el temor. ¡Vamos que no hemos de crecer unilateralmente!, hemos de adoptar la responsabilidad de vaciarnos de las zonas "oscuras" para dar cabida a las capacitadoras, esas que nos darán energía suficiente para vivir y no conformarnos con sobrevivir!!!
Hasta luego!

No hay comentarios:

Publicar un comentario