viernes, 7 de junio de 2013

Saltar de la teoría a la práctica.



Eres responsable de tu propio cambio, tú eliges.

¿Por qué no funcionan, a muchos, libros tan potentes como El Secreto u otros muchos de auto-ayuda  Normalmente quedan cojos porque tenemos mucha resistencia natural al cambio. Realmente el cambio se presenta y queramos o no, sucede. Como no es a voluntad, nos posicionamos en negación y generamos resistencias.

En mi andadura profesional, como coach, he conocido a muchas personas que han llegado incluso a memorizar frases de algunos maravillosos libros, pero no las han podido insertar. Había tal incoherencia entre lo que decían y lo que hacían que les llevaba a un sufrimiento profundo. Vamos a solucionar esto.

Seguro que has oído hablar cientos de veces de la zona de confort, pero tal vez aún no hayas tenido la suficiente tenacidad como para dirigirte hacia tus propósitos sin detenerte, por algún obstáculo, antes de conseguirlo. Sientes que cada vez estás más cerca, pero por otra parte, tu frustración va minando tu motivación y cada vez necesitas más recursos para creer en tu proyecto. Sencillamente, de alguna manera repites algunos pasos, te suenan situaciones ya vividas en las que no lo lograste y te vienes abajo. Se parece a entrar en un laberinto sin salida o en un círculo vicioso.

Foto google
Si ves que se te hace muy cuesta arriba o que ya los has intentado demasiadas veces, desde el coaching, con la ayuda de un coach, te digo que ahora ya no estás solo o sola. Con un enfoque y acciones distintas puedes. Recuerda que un coach pone luz allá donde tu visión no alcanza, te ayuda a enfocar y situar la diana para que puedas acertar. ¿No crees que es complicado acertar en una diana móvil o que ni siquiera sabes dónde está? ¿Ves como no es tan complicado, una vez situados?  De ahí que luego venga el plan de acción, pero no antes!!!

Somos el resultado de nuestros modelos mentales: 1.-tus creencias  + 2.-tus valores.  

1.- La vida que deseas vivir se basa en tu sistema de creencias, aquello que has dado por cierto. Las creencias son las normas de tu vida. Son muy poderosas, constituyen tu realidad, por lo que, aquellas que ya no te sirven pueden ser muy limitadoras. Toma el ejemplo de cuando se creía que la tierra era plana, las limitaciones y miedos que esto provocaba, hasta que se desafió a esta creencia: con acción. Ahora imagina que crees que “puedes”. Esta creencia es verdadera, como todas, si crees que puedes. Pero seguirá siendo, para ti, una creencia verdadera si crees que no puedes. Siempre regirá en ti tu creencia, por mucho que los demás te digan, esa es tu realidad. Para desarmar una creencia, has de buscar otra superior que la desmonte, que pese más. Normalmente no nos cuestionamos, lo que nos impide el crecimiento. Aún recuerdo una vieja creencia implantada que se desmontó en su día: “Las chicas que beben vino se les ponen las tetas negras”, … seguro que recuerdas unas cuantas. Ahora nos puede sonar cómico, pero en su momento era nuestra realidad, sin embargo, en su día llegó el momento en que vimos que no era cierto, por lo tanto dejó de ser una creencia. Ya no nos lo creemos.

Foto: actiweb.es

2.- El conocimiento de tu escala de valores es imperativo, prioritario. Se trata de aquellas palabras que sintetizan lo que realmente es importante para ti. Aquellos términos que dan brillo a tu vida, sin los que tu motivación diaria se diluiría, al tiempo que te distinguen y marcan la diferencia. Tus valores determinan cómo reaccionas ante cualquier experiencia vital. Es el sistema operativo de tu cerebro. De ahí que sea tan importante que los observes y reconozcas, pues si vas en su pro vivirás auténticamente, de lo contrario te bloquearás e incluso puedes boicotearte, sin ser consciente de ello.

Cada vez comprobamos más lo que cuesta llevar a la práctica las mejores ideas. Habréis oído decir que un nuevo enfoque genera mejores resultados, al menos distintos,  pero este enfoque generalmente no puede llevarse a la práctica.

¿Qué es lo que falla entonces? ¿Por qué cuesta tanto hacer cosas distintas?

Tal vez estés pensando únicamente en que la respuesta sea salir del área de confort, es decir, aventurarte a lo no experimentado, lanzarte sin miedo. No está mal. Pero hay más. Si aplicamos el pensamiento sistémico, ampliamos mucho la perspectiva. Se parece al ejemplo que te he indicado antes sobre cuando creíamos que la tierra era plana. Nuestro entrenamiento mental es lineal, nos han educado e insertado ese formato plano: causa / efecto. ¿Te suena lo de que toda acción tiene una reacción o unas consecuencias? Bien, pues seguramente no siempre habrá sucedido lo mismo con una misma acción desde ti. Hay más ingredientes que lo determinan. Vivimos en una realidad compleja, con muchas interacciones que obviamos. Existen unas secuencias circulares, te expongo el caso de una tormenta, en la que distintos factores llegan a confluir para que suceda.

Lo que impide llevar a la práctica nuestros propósitos, objetivos, sueños, anhelos, ideas…son nuestros modelos mentales en uso. Tenemos imágenes internas muy arraigadas. De ahí que muchas personas vean verdaderos milagros tras un proceso de coaching. Es más, desde mi experiencia en coaching grupal, sin apenas esfuerzo (entrenamiento y ejercicios), soy testigo de grandes cambios, cambios conscientes que las mismas personas que van asistiendo a las sesiones mencionan y observan. Vienen con la libertad de asistir y la ilusión de la magia que se crea en cada encuentro. Momentos en que se comparte desde el respeto, el no juicio y la no crítica. El enfoque, por supuesto, es desde la metodología del coaching con perspectiva sistémica. La perspectiva sistémica es una disciplina para ver totalidades e interrelaciones entre las partes. Su esencia radica en ver interrelaciones en vez de secuencias lineales y procesos de cambio en vez de instantáneas.  Podemos ver totalidades y las interrelaciones entre sus partes.
Foto internet
Es muy gráfica, para entenderlo, la metáfora sufí de los cuatro ciegos y el elefante: Unos ciegos encontraron un elefante, el primero, cogiéndose a una pierna dijo: “Es como una columna”; “Es una cosa grande, rugosa y larga como una alfombra” dijo el segundo mientras le tocaba la oreja; “No, es como un gran barril” decía otro tocándole la barriga. El último, cogiéndole la trompa gritó: “Yo tengo la verdad. Es un tubo recto y hueco”. Cada uno razonaba según lo que tocaba. Si cortamos un elefante en cuatro partes, no tenemos cuatro elefantes pequeños, tenemos un elefante muerto a trozos.

Poniendo la vista atrás, verás que no se trata de la falta de recursos, ni de la falta de motivación, ni siquiera de una falta de comprensión sistémica lo que te haya impedido que las mejores ideas y nuevos enfoques se hayan podido llevar a la práctica. Porque cuando sabes exactamente lo que quieres, el para qué y el por qué, hayas los recursos necesarios.

La clave para acelerar, además del proceso de cambio de creencias, para potenciarte y sacarte de ese estado circular en el que no se consiguen los resultados deseados,  reside en tu estado emocional. Aquí, el coaching, utiliza una de las herramientas de la PNL (Programación neurolingüística): el marco “actuar como sí”.
Una de las maneras de cambiar más rápidamente un estado es comportarse como si ya estuvieses en el estado que quieres cambiar. Cambiando el modelo fisiológico. Si quieres estar alegre, adopta la postura, la respiración, la relajación, los movimientos, el tono de voz… de cuando estás alegre, como si ya estuvieses alegre. Automáticamente cambiarás a este estado y también se modificarán tus representaciones internas. Estoy segura de que esto lo has hecho muchísimas veces: te has maquillado, te has esmerado con tu vestimenta, modelado la voz, tu mirada, la forma de caminar…es realmente genuino. Funciona.
¿De qué se trata?

El estado emocional es un manantial de recursos muy poderoso. Si eres dueño de tu estado emocional, serás tú quien dirija el timón, no tus emociones. Piensa que las emociones no dejan de ser reacciones inconscientes aprendidas, que en su momento, se forjaron como remedio eficaz de protección y defensa y quedaron bien archivadas en tu ego.
Hay estados emocionales potenciadores como el de la confianza, el del amor, el de la alegría, el de la tranquilidad, el de la seguridad interior, que movilizan nuestros recursos. Otros, que los disminuyen y hasta pueden anularlos, como el miedo, la angustia, la depresión, la tristeza, la confusión. Estos estados se producen, casi siempre, sin que los dirijamos conscientemente.
Tenemos la tendencia de accionar el piloto automático y saltarnos lo tan escuchado: “vive el aquí y ahora”; “sé consciente de tus actos”; “el mejor aprendizaje es tu auto-conocimiento”,… incluso a veces, para hacer una respiración consciente, nos hemos de ver en una situación caótica o sentirnos mareados.
Tu estado emocional puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de nuestra conducta.

Foto internet

¿Qué sucede?

Nuestro sistema se adecua más a la experiencia subjetiva que al contenido en sí. Estructuramos nuestras representaciones internas a través de nuestros sentidos. Seguramente te habrás dado cuenta de lo rápido que viajas entre tus emociones cuando, de pronto, te llega un olor o aroma. Más que intentando recordar.
Experimentamos la realidad en forma de sensaciones auditivas, visuales, de tacto, gustativas y olfativas. Cualquier situación guardada en nuestra mente se representa por medio de nuestros sentidos, son parte de nuestra experiencia. Sabemos que hay una interrelación entre las representaciones internas y la fisiología. A modo de ejemplo, tanto la metafísica como la Morfopsicología  lo defienden.  Si cambiamos las representaciones internas, cambia la fisiología y también a la inversa.
Repasando sobre lo expuesto, podemos conseguir nuestros propósitos y ver en el cambio una oportunidad versus una amenaza con estos sencillos pasos:

  •  Observando lo que ya no nos potencia en la parte de creencias de nuestros modelos mentales. Es decir diluir aquellas creencias limitadoras y creer en aquellas que sirvan a nuestro propósito. Que se adapten a nuestras necesidades.
  • Tener muy presentes nuestros valores. Irlos revisando y posicionando según nuestros roles, pues puede que cambien de orden/prioridad en nuestra vida personal, la familiar o la laboral.
  •  Llevar las riendas de nuestros estados emocionales. Vestirnos con el marco: “actuar como sí”, para generar rápidamente el estado más adecuado y conseguir o alcanzar lo que más nos importa.

Si te ha quedado alguna duda al respecto, aquí me tienes. Puedes escribir un comentario y lo resolvemos.


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